lunes, 21 de abril de 2008

Capítulo Décimo

Una vez que llegamos al museo, nos pusimos inmediatamente a la tarea. No sólo teníamos que escribir el mensaje que Santiago diría al mundo ese día, también quería que dejásemos definida completamente lo que sería la puesta en escena que llevaría a cabo.
Eso fue lo primero que hicimos. El acto se celebraba en una especie de patio que había en el interior del recinto. El hecho de que estuvieran al aire libre, facilitaba mucho la entrada en acción de Santiago. Éste haría aparición, como él dijo, por el cielo; provocaría una gran nube y una especie de trueno ensordecedor; con esto se aseguraría la atención inmediata de todos los presentes. Después de esto, aparecería en medio de la gran nube vestido todo de blanco con una gran melena y barba blanca, dándole aspecto de anciano venerable.
De inmediato tendría que actuar sobre toda la gente que se encontrase allí para que no se desmadrasen. Acordamos también que, en principio, sería mejor que apareciese sólo, dejando a los dos terroristas ocultos detrás de la nube, cosa que, según él, no tendría ningún inconveniente en hacer, por más que Irene y yo nos negásemos a comprender cómo.
A partir de aquí convenimos en que podrían surgir montones de imprevistos molestos, como por ejemplo, la aparición de helicópteros del ejército israelí, o la entrada en acción de innumerables soldados y guardias de seguridad. Santiago tendría que improvisar según se desarrollasen los acontecimientos. Pensamos que no habría peligro de disparos ni ataques de ningún tipo ya que él se situaría entre los dos presidentes, a los cuales atraería hacia sí nada más bajar. De todas formas nos aseguró que, aunque así fuera, el no correría ningún peligro, así como ninguno de los asistentes.
También se nos ocurrió que, para aumentar la espectacularidad y la credibilidad en su papel, sería mejor que se mantuviese en el aire todo el tiempo mientras pronunciaba el mensaje, con cada uno de los dos presidentes a su lado, también levitando. Santiago tenía la ventaja de que no necesitaba ningún tipo de micrófono para hablar, ya que podía elevar su tono de voz tanto como quisiera sin ningún esfuerzo; eso le daría todavía más realce a la comedia. Nos reímos mucho imaginándonos las caras que pondrían todos los presentes, y sobretodo los dos líderes, con todo aquello que les iba a caer encima y que jamás nadie podía esperar.
Mientras tanto, la organización de Irene se encargaría de retransmitir las imágenes en directo a todo el mundo. Con los contactos que tenían en las agencias informativas, se aseguraría la emisión de todo el espectáculo en los principales informativos de cada país del planeta. La conmoción mundial estaba garantizada.
Tan sólo quedaba por precisar lo más complicado y delicado, el discurso de Santiago a todas las naciones del mundo. En éste tenía que quedar muy claro quién era y qué pretendía. O sea, que él era Dios, y que se había materializado haciendo acto de presencia en el planeta para terminar con todas las injusticias sociales, con todas las guerras y demás muestras de violencia; que estaba dispuesto a no marcharse hasta que no viera cumplidos todos los derechos humanos en cada uno de los individuos que habitasen en la Tierra. Y que para ello estaba dispuesto a utilizar toda la contundencia a la que se viese obligado.
También tenía que demostrar, sin que quedase lugar a ninguna duda, que su poder era ilimitado, tal y como se le puede suponer a cualquier Dios que se precie, y que lo ejercería sin contemplaciones sobre cualquiera que no se atenga a las normas establecidas, que no serán otras que las impuestas en la carta de derechos humanos promulgada por la ONU (aunque más bien habría que llamarla de deberes humanos), y que él mismo se encargaría personalmente de comprobar su cumplimiento estricto por parte de todos los gobiernos del mundo.
Otro asunto importante sería el establecer una especie de programa a seguir por todas las naciones, donde el primer punto fuese el desarme total y absoluto tal y como él nos explicó en la reunión, o sea, empezando por destruir por completo cualquier edificio o dependencia cuyo uso fuese la construcción de algún tipo de armamento, ya sea militar o civil. Quedamos en que se les daría un plazo máximo de ejecución de un mes.
Avisaría también que, a partir de ese mismo día, recorrería todo el mundo acabando con la vida de todo aquél que portase un arma y no perteneciese a ningún ejército regular; no se andaría con contemplaciones en este punto. Les aseguraría además, un castigo ejemplar para toda la eternidad a aquellos que atentasen contra la integridad de cualquier otro ser humano; no tendría piedad con nadie. Por supuesto tenía que exagerar un poco si quería que la gente le tomasen en serio. Nos dejó muy claro que antes de matar a nadie comprobaría que realmente se lo merece.
Durante este período, Santiago se encargaría de supervisar a través de sus contactos por todo el mundo, que, efectivamente, los gobiernos obedecen en cuanto al desmantelamiento de la industria armamentística. Él contaba con que no fuera así; estaba seguro de que no se lo pondrían nada fácil. Pero quedamos en que respetaría ese mes de plazo antes de actuar por su cuenta.
Una vez transcurrido un mes y, después de comprobar que no quedan grupos insurgentes armados a los que temer, el siguiente paso consistiría en la destrucción de todo el armamento militar y civil disponible; cazas de combate, tanques, bombarderos, misiles, etcétera; y, por supuesto, todas las armas ligeras, pistolas, fusiles, ametralladoras, explosivos; en definitiva, todo aquello capaz de acabar con la vida de una persona a distancia.
A partir de aquí, él tendría vía libre para actuar en consecuencia con cualquiera que encontrase armado desde ese momento. Tendría que asegurar a todas las naciones del mundo que él podía hacerse cargo de la seguridad de todo el planeta y que, sólo él, tendría el permiso de acabar con la vida de un ser humano.
Era consciente de que le esperaba mucho trabajo después del próximo lunes; y no sólo a él, la organización a la que pertenecía Irene, Reporteros del Mundo, serían a partir de entonces sus ojos y sus oídos por cualquier rincón del planeta. Ellos tenían contacto directo con Santiago y le avisarían inmediatamente en cuanto vieran alguna situación irregular en donde tuviera que actuar. Estaban repartidos por todo el mundo, sobretodo en aquellos países donde hubiese algún tipo de conflicto armado y, según me dijo Irene, ya habían sido bien informados de lo que tenían que hacer.
Por supuesto, en el mensaje, no se diría nada de esto. Santiago no mencionaría a nadie, ni a ninguna de las organizaciones que colaboraban con él. La confidencialidad de toda esta operación era muy importante. Si se filtraba algo a alguien indebido podía resultar peligroso para cualquiera de nosotros. Santiago nos tranquilizaba diciéndonos que conocía perfectamente a cada persona involucrada en su proyecto y no había nada que temer.
Mencionaría también su pretensión de fortalecer la Organización de las Naciones Unidas con la idea de que ésta actuase a modo de gobierno a nivel mundial aumentando su poder todo lo que fuese necesario, sobretodo los órganos del Consejo de Seguridad y el Tribunal Internacional de Justicia que serían los encargados de mantener la paz y la confraternidad entre las distintas naciones. En realidad lo único que pretendía era que se llevara a cabo lo que ya estaba escrito en la Carta fundacional de las Naciones Unidas en vigor desde el 24 de octubre de 1945, con la diferencia de que, a partir de ahora, sus resoluciones sí serían vinculantes en el orden legal, al contrario de lo que venía sucediendo hasta ahora.
En su mensaje también diría que se encargaría de que todas las naciones desarrolladas colaborasen muy activamente con aquellas otras más desfavorecidas. Para ello tendrían que hacer un gran sacrificio. La misión de los ejércitos sería básicamente humanitaria y todos los presupuestos anteriormente destinados a armamento, ahora se destinarían a crear infraestructuras en los países del tercer mundo y a asegurar que todo el mundo tuviese acceso a las necesidades primaria, como son el agua potable o las medicinas.
Otro de los asuntos importantes en que había que hacer hincapié era el de la expansión demográfica que actualmente estaba tan descontrolada. Para empezar habría que proporcionar, en los países menos desarrollados sobretodo, métodos eficaces de planificación familiar y mentalizar a la población de su uso. De esto se encargaría sin problemas la ONG Hospitales sin Frontera, una vez que tuvieran los medios.
Además había que facilitar la adopción de todos los miles de niños que actualmente se encontraban sin hogar, en casas de adopción. Las parejas que acogiesen a algunos de estos niños serían recompensadas generosamente, por supuesto, después de comprobar sus buenas intenciones con su futuro hijo. Con esta medida pretendía acabar con el enorme negocio que tenían montado algunos países y empresas particulares a cuenta del tráfico de seres humanos, ya sea legalizado o sin legalizar. Y al mismo tiempo también disminuiría considerablemente el número de criaturas que en la actualidad se encontraban sin hogar y sin posibilidad de recibir una educación adecuada.
Santiago también quiso incluir en su discurso un aviso a todas las grandes multinacionales que operaban en países pocos desarrollados o del tercer mundo, explotando, no sólo a su población indígena, sino también los recursos con que este país dispone para su desarrollo y prosperidad. Les diría que se aseguraría de que se cumpliese al cien por cien la legalidad para que las riquezas de cada país se quedaran en éste.
Otro tema que no quería dejar de abordar era el del medioambiente. El protocolo de Kioto debería ser aprobado por todas las naciones del mundo obligatoriamente, teniendo un mayor control en aquellas más desarrolladas. Quería dejar muy claro que daba igual el precio que esto costase o el sacrificio que tuviera que hacer la mayoría de la población. Intentaría hacerles comprender que sus hijos le agradecerían ese sacrificio, ya que repercutiría directamente en el bienestar futuro de toda la humanidad a corto plazo, afectándonos también a todos los habitantes del planeta en la actualidad.
Sabíamos que esto sería más difícil de cumplir y de controlar; Santiago aún no tenía pensado nada efectivo para supervisar este asunto, de momento se limitaría a intentar concienciar a todos los gobiernos, aunque fuese por medio de la amenaza.
En definitiva, el discurso se centraría en su disposición a que las fronteras cada vez fuesen menos fronteras, e incluso tendiesen a desaparecer en la medida de lo posible, sobretodo en lo concerniente a los aspectos legales, que se intentarían unificar, siendo regidos y controlados por la ONU como único órgano gestor.
Además se les recordaría a todas las naciones del mundo el motivo por el cual se creó esta organización, basada en la igualdad soberana de sus miembros. Según su Carta fundacional, la ONU fue establecida para “mantener la paz y seguridad internacionales”, “desarrollar relaciones de amistad entre las naciones”, “alcanzar una cooperación internacional fundada sobre las relaciones de amistad entre las naciones”, “alcanzar una cooperación internacional en la solución de problemas económicos, sociales, culturales o humanitarios” y “fomentar el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales”. Sus miembros, o sea, todos los países del mundo, deben comprometerse a cumplir las obligaciones que han asumido, a resolver disputas internacionales a través de medios pacíficos, a no utilizar la amenaza o el uso de la fuerza, a participar en acciones organizadas en concordancia con la Carta y a no ayudar a un país contra el que la ONU haya dirigido estas acciones, y a actuar de acuerdo con los principios de la Carta.
En resumen, éste sería el contenido de su mensaje al mundo. La prueba de que iba en serio sería la ejecución delante de todo el planeta de las cuatro personas que, en la actualidad, habían provocado más destrucción y muertes a lo largo de sus vidas. En ese momento haría aparecer a los dos líderes terroristas que mantenía ocultos hasta entonces.
Tuvimos algunas diferencias en cuanto al método de ejecución elegido. Ni Irene ni yo queríamos que pareciese algo demasiado cruel ni impactante, para no herir demasiado la sensibilidad de la gente. Al final, Santiago decidió que lo mejor sería mandarlos a la estratosfera, de manera que jamás volvieran a aparecer. De esa forma recibirían una muerte brutal, acorde a los males que habían provocado a la humanidad y, al mismo tiempo, nadie los vería morir. También, dicho sea de paso, sería bastante espectacular.
Este golpe final tendría que servir como demostración de lo que estaba dispuesto a hacer con todo aquel que no respetase las normas establecidas. Era importante recalcar que estas normas no eran impuestas por él, sino que habían sido escritas hace mucho tiempo por otros líderes elegidos democráticamente por sus respectivos pueblos. Él sólo se encargaría de su estricto cumplimiento.
Por supuesto que Santiago tenía pensado establecer algunos cambios en estas leyes e implantar algunas otras que él creía necesario, pero eso se encargaría de hacerlo más adelante, en una presentación que se proponía hacer ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Antes dejaría transcurrir un tiempo prudencial para comprobar la reacción y el comportamiento de todos los estados después de su mensaje.

No fue hasta pasadas las once de la noche cuando acabamos de redactar el último punto del discurso. Estábamos agotados, así que quedamos a la mañana siguiente para pasarlo a limpio. Irene comentó que ella se marcharía temprano, ya que tenía mucho trabajo que hacer con la organización y coordinación de todo el evento; tenía poco tiempo y no podía permitirse el lujo de perderlo. Así que de nuevo me quedé con las ganas de vernos a solas durante estos días, mientras esperábamos el gran acontecimiento del lunes.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé por qué la crítica opina mal de ti. Aunque es verdad que para entender tus textos no es necesario armarse de una enciclopedia, estoy convencido de que proporcionas agradables ratos a la gente. Tú compañía no veo por qué no deba ser grata. Me está gustando el libro :D

Salu2!